jueves, diciembre 22, 2016

Elegía primera


(A Federico García Lorca, poeta)



Atraviesa la muerte con herrumbrosas lanzas,
y en traje de cañón, las parameras
donde cultiva el hombre raíces y esperanzas,
y llueve sal, y esparce calaveras.

Verdura de las eras,
¿qué tiempo prevalece la alegría?
El sol pudre la sangre, la cubre de asechanzas
y hace brotar la sombra más sombría.

El dolor y su manto
vienen una vez más a nuestro encuentro.
Y una vez más al callejón del llanto
lluviosamente entro.

Siempre me veo dentro
de esta sombra de acíbar revocada,
amasado con ojos y bordones,
que un candil de agonía tiene puesto a la entrada
y un rabioso collar de corazones.

Llorar dentro de un pozo,
en la misma raíz desconsolada
del agua, del sollozo,
del corazón quisiera:
donde nadie me viera la voz ni la mirada,
ni restos de mis lágrimas me viera.

Entro despacio, se me cae la frente
despacio, el corazón se me desgarra
despacio, y despaciosa y negramente
vuelvo a llorar al pie de una guitarra.

Entre todos los muertos de elegía,
sin olvidar el eco de ninguno,
por haber resonado más en el alma mía,
la mano de mi llanto escoge uno.

Federico García
hasta ayer se llamó: polvo se llama.
Ayer tuvo un espacio bajo el día
que hoy el hoyo le da bajo la grama.

¡Tanto fue! ¡Tanto fuiste y ya no eres!
Tu agitada alegría,
que agitaba columnas y alfileres,
de tus dientes arrancas y sacudes,
y ya te pones triste, y sólo quieres
ya el paraíso de los ataúdes.

Vestido de esqueleto,
durmiéndote de plomo,
de indiferencia armado y de respeto,
te veo entre tus cejas si me asomo.

Se ha llevado tu vida de palomo,
que ceñía de espuma
y de arrullos el cielo y las ventanas,
como un raudal de pluma
el viento que se lleva las semanas.

Primo de las manzanas,
no podrá con tu savia la carcoma,
no podrá con tu muerte la lengua del gusano,
y para dar salud fiera a su poma
elegirá tus huesos el manzano.

Cegado el manantial de tu saliva,
hijo de la paloma,
nieto del ruiseñor y de la oliva:
serás, mientras la tierra vaya y vuelva,
esposo siempre de la siempreviva,
estiércol padre de la madreselva.

¡Qué sencilla es la muerte: qué sencilla,
pero qué injustamente arrebatada!
No sabe andar despacio, y acuchilla
cuando menos se espera su turbia cuchillada.

Tú, el más firme edificio, destruido,
tú, el gavilán más alto, desplomado,
tú, el más grande rugido,
callado, y más callado, y más callado.

Caiga tu alegre sangre de granado,
como un derrumbamiento de martillos feroces,
sobre quien te detuvo mortalmente.
Salivazos y hoces
caigan sobre la mancha de su frente.

Muere un poeta y la creación se siente
herida y moribunda en las entrañas.
Un cósmico temblor de escalofríos
mueve temiblemente las montañas,
un resplandor de muerte la matriz de los ríos.

Oigo pueblos de ayes y valles de lamentos,
veo un bosque de ojos nunca enjutos,
avenidas de lágrimas y mantos:
y en torbellino de hojas y de vientos,
lutos tras otros lutos y otros lutos,
llantos tras otros llantos y otros llantos.

No aventarán, no arrastrarán tus huesos,
volcán de arrope, trueno de panales,
poeta entretejido, dulce, amargo,
que al calor de los besos
sentiste, entre dos largas hileras de puñales,
largo amor, muerte larga, fuego largo.

Por hacer a tu muerte compañía,
vienen poblando todos los rincones
del cielo y de la tierra bandadas de armonía,
relámpagos de azules vibraciones.
Crótalos granizados a montones,
batallones de flautas, panderos y gitanos,
ráfagas de abejorros y violines,
tormentas de guitarras y pianos,
irrupciones de trompas y clarines.

Pero el silencio puede más que tanto instrumento.

Silencioso, desierto, polvoriento
en la muerte desierta,
parece que tu lengua, que tu aliento,
los ha cerrado el golpe de una puerta.

Como si paseara con tu sombra,
paseo con la mía
por una tierra que el silencio alfombra,
que el ciprés apetece más sombría.

Rodea mi garganta tu agonía
como un hierro de horca
y pruebo una bebida funeraria.
Tú sabes, Federico García Lorca,
que soy de los que gozan una muerte diaria.

Miguel Hernández

T. Alba, J. Algorta y otros

miércoles, diciembre 21, 2016

Canción de los vendimiadores


Si vas a la vendimia,
mi niña, sola,
volverás con la saya
de cualquier forma.
Y a pocos meses
te rondarán el talle
sandías verdes.

De la vendimia vengo
sola, mi niño,
con la saya ordenada
y talle fino.
De la vendimia
vuelve revuelto el talle
que se malicia.

A la vendimia, niñas
vendimiadoras.
A la vendimia, niña,
que ya es la hora.

¡Si vendimiara
el ramo de tu pecho
y el de tu cara!

A la vendimia, niños
vendimiadores.
A la vendimia, niño,
van mis amores.
Mas con el cuido
de no perder las hojas
ni los racimos.

Enriquezco tu mano
cortando uvas
cubiertas por los soles
y por las lunas.
¡Ay si quisieras
que cortara tus besos
con mis tijeras!

Cuando pisa racimos
tu abarca verde,
tu pie se vuelve sangre,
mi sangre nieve.
Pisa las uvas,
que como mis amores
ya están maduras.

Miguel Hernández

Jarcha

martes, diciembre 20, 2016

A callarse


Ahora contaremos doce
y nos quedamos todos quietos.

Por una vez sobre la tierra
no hablemos en ningún idioma,
por un segundo detengámonos,
no movamos tanto los brazos.

Sería un minuto fragante,
sin prisa, sin locomotoras,
todos estaríamos juntos
en un inquietud instantánea.

Los pescadores del mar frío
no harían daño a las ballenas
y el trabajador de la sal
miraría sus manos rotas.

Los que preparan guerras verdes,
guerras de gas, guerras de fuego,
victorias sin sobrevivientes,
se pondrían un traje puro
y andarían con sus hermanos
por la sombra, sin hacer nada.

No se confunda lo que quiero
con la inacción definitiva:
la vida es solo lo que se hace,
no quiero nada con la muerte.

Si no pudimos ser unánimes
moviendo tanto nuestras vidas,
tal vez no hacer nada una vez,
tal vez un gran silencio pueda
interrumpir esta tristeza,
este no entendernos jamás
y amenazarnos con la muerte,
tal vez la tierra nos enseñe
cuando todo parece muerto
y luego todo estaba vivo.

Ahora contaré hasta doce
y tú te callas y me voy.

Pablo Neruda

Julieta Venegas

Ismael Serrano

lunes, diciembre 19, 2016

Su nombre era el de todas las mujeres


El imbécil

Era una criatura detestable
en el plano moral, un ser abyecto,
una abominación lovecraftiana.
No era tampoco guapa, ni atractiva,
ni graciosa, ni joven, ni simpática.
Era un montón perverso de basura.
Pues fuiste tan imbécil que por ella
dejaste a la que amabas y vendiste
tu alma en los bazares de la noche.

Tiempos difíciles

Era todo tan triste y tan absurdo.
No vivías apenas. Te colgabas
de la pared de la melancolía
y veías pasar las lentas horas
que hacia nada conducen y hacia nunca.
Las mujeres te habían retirado
su protección, los dioses su asistencia
y la literatura su cobijo.
Fueron tiempos difíciles aquellos.

El olvido

La olvidé. Por completo. Para siempre
(o eso creía entonces). Me cruzaba
con ella por la calle y no era ella
quien se paraba ante un escaparate
de ropa deportiva, no era ella
quien compraba el periódico en un quiosco
y se perdía entre la muchedumbre.
Como si hubiera muerto. No era ella.
Su nombre era el de todas las mujeres.

Luis Alberto de Cuenca

Loquillo

sábado, diciembre 10, 2016

Madrigal a cibdá de Santiago


Madrigal a cibdá de Santiago

Chove en Santiago
meu doce amor.
Camelia branca do ar
brila entebrecida ô sol.

Chove en Santiago
na noite escura.
Herbas de prata e de sono
cobren a valeira lúa.

Olla a choiva pol-a rúa,
laio de pedra e cristal.
Olla no vento esvaído
soma e cinza do teu mar.

Soma e cinza do teu mar
Santiago, lonxe do sol.
Agoa da mañán anterga
trema no meu corazón.

Madrigal a la ciudad de Santiago

Llueve en Santiago
mi dulce amor.
Camelia blanca del aire
brilla entenebrecida al sol

Llueve en Santiago
en la noche oscura
Hierbas de plata y de sueño
cubren la vacía luna.

Miro la lluvia por la calle,
llanto de piedra y cristal.
Mira en el viento desvaído
sombra y ceniza de tu mar.

Sombra y ceniza de tu mar
Santiago, lejos del sol.
Agua de la mañana antigua
tiembla en mi corazón.

Federico García Lorca

Luar Na Lubre

Ismael Serrano

Amancio Prada

Xoan Rubia

miércoles, diciembre 07, 2016

A una nariz


Versión A

Érase un hombre a una nariz pegado,
érase una nariz superlativa,
érase una nariz sayón y escriba,
érase un peje espada muy barbado.

Érase un reloj de sol mal encarado,
érase una alquitara pensativa,
érase un elefante boca arriba,
era Ovidio Nasón más narizado.

Érase un espolón de una galera,
érase una pirámide de Egito,
las doce Tribus de narices era.

Érase un naricísimo infinito,
muchísimo nariz, nariz tan fiera
que en la cara de Anás fuera delito.
Versión B

Érase un hombre a una nariz pegado,
érase una nariz superlativa,
érase una alquitara medio viva,
érase un peje espada mal barbado.

Era un reloj de sol mal encarado.
érase un elefante boca arriba,
érase una nariz sayón y escriba,
un Ovidio Nasón mal narigado.

Érase el espolón de una galera,
érase una pirámide de Egito,
las doce tribus de narices era;

Érase un naricísimo infinito,
frisón archinariz, caratulera,
sabañón garrafal morado y frito.
Francisco de Quevedo

José María Vilches

Jesús Márquez

Señor, ya me arrancaste lo que yo más quería


Señor, ya me arrancaste lo que yo más quería.
Oye otra vez, Dios mío, mi corazón clamar.
Tu voluntad se hizo, Señor, contra la mía.
Señor, ya estamos solos mi corazón y el mar.

Antonio Machado

Amancio Prada

jueves, diciembre 01, 2016

Yo sé, Olalla




...

— Yo sé, Olalla, que me adoras,
puesto que no me lo has dicho
ni aun con los ojos siquiera,
mudas lenguas de amoríos.

Porque sé que eres sabida,
en que me quieres me afirmo,
que nunca fue desdichado
amor que fue conocido.

Bien es verdad que tal vez,
Olalla, me has dado indicio
que tienes de bronce el alma
y el blanco pecho de risco.

Mas allá entre tus reproches
y honestísimos desvíos,
tal vez la esperanza muestra
la orilla de su vestido.

Abalánzase al señuelo
mi fe, que nunca ha podido
ni menguar por no llamado
ni crecer por escogido.

Si el amor es cortesía,
de la que tienes colijo
que el fin de mis esperanzas
ha de ser cual imagino.

Y si son servicios parte
de hacer un pecho benigno,
algunos de los que he hecho
fortalecen mi partido.

...

Miguel de Cervantes

Luis Pastor y Espliego

Peregrinación a Machado


Baeza es un instante pendular
cansado o floreciente
según sople la historia

con sus palacios a la espera
sus adoquines resabiados
sus lienzos de muralla
su alcázar que no está
sus ruinas que predican
su custodia que gira y centellea
sus casas blancas
y su sol en ocres

mas no vine a baeza a ver baeza
sino a encontrar a don antonio
que estuvo por aquí
desolado y a solas
la muerte adolescente
de leonor en sus manos
y en su mirada y en su sombra

tengo que imaginarlo
aterido en el aula
junto al brasero las botas raídas
dictando lamartine y víctor hugo
ya que tan solo era
profesor de francés
uno de tantos

tengo que descubrirlo en las callejas
que ciñen la obstinada catedral
montada en la mezquita
y suponer que estamos en invierno
pues no era machado un poeta de estío

que federico estuvo aquí
dicen y dicen que le dijo
a mí me gustan
la poesís y la música
y tocó al piano algo de falla
pero a machado le atraía
más la templada encina negra
que ya murió
camino de úbeda

tampoco existe la farmacia
(en su lugar hay una tienda)
donde charlaban y tosían
los modestísimos notables

y allí llegaba don antonio
con su silencio y lo sentaba
junto a la estufa

los madroños las cabras
las lechuzas entraron en sus versos
mientras baeza mantenía
los gavilanes en su nido real

la tarde se recoge a las colinas

el poeta no acude
sin embargo lo escolto
en su ritual hasta el paseo
de la muralla
a ver una vez más los olivares
y las lengüetas del gualdalquivir
y la sierra mágina que es mágica

y junto a mí sin verme
y junto a él sin verlo
entramos don antonio y yo en la niebla
medidos por el rojo sol muriente
él como el caminante  de sus sueños
yo como un peregrino de los suyos

                                     Baeza, agosto 1987

Mario Benedetti

Mario Benedetti

viernes, noviembre 25, 2016

Mi casa y mi corazón




(sueño de libertad)

Si salgo un día a la vida
mi casa no tendrá llaves:
siempre abierta, como el mar,
el sol y el aire.

Que entren la noche y el día,
y la lluvia azul, la tarde,
el rojo pan de la aurora;
La luna, mi dulce amante.

Que la amistad no detenga
sus pasos en mis umbrales,
ni la golondrina el vuelo,
ni el amor sus labios. Nadie.

Mi casa y mi corazón
nunca cerrados: que pasen
los pájaros, los amigos,
el sol y el aire.

Marcos Ana

Inés Saavedra

Decidme cómo es un árbol




Decidme cómo es un árbol.
Decidme el canto de un río,
cuando se cubre de pájaros.

Habladme del mar. Habladme
del olor ancho del campo.
De las estrellas. Del aire.

Recitadme un horizonte
sin cerradura y sin llaves
como la choza de un pobre.

Decidme cómo es el beso
de una mujer. Dadme el nombre
del amor: no lo recuerdo.

¿Aún las noches se perfuman
de enamorados con tiemblos
de pasión bajo la luna?

¿O solo queda esta fosa,
la luz de una cerradura
y la canción de mis losas?

Veintidós años... ya olvido
la dimensión de las cosas,
su color, su aroma...

Escribo a tientas: el mar, el campo...
Digo bosque y he perdido
la geometría de un árbol.

Hablo por hablar de asuntos
que los años me borraron.

(No puedo seguir: escucho
los pasos del funcionario).

Marcos Ana
In memoriam

jueves, noviembre 24, 2016

Adán


Árbol de sangre moja la mañana
por donde gime la recién parida.
Su voz deja cristales en la herida
y un gráfico de hueso en la ventana.

Mientras la luz que viene fija y gana
blancas metas de fábula que olvida
el tumulto de venas en la huida
hacia el turbio frescor de la manzana.

Adán sueña en la fiebre de la arcilla
un niño que se acerca galopando
por el doble latir de su mejilla.

Pero otro Adán oscuro está soñando
neutra luna de piedra sin semilla
donde el niño de luz se irá quemando.

Federico García Lorca

Enrique Morente

Carmen Linares y Manolo Sanlúcar

miércoles, noviembre 23, 2016

Heces


Esta tarde llueve, como nunca; y no
tengo ganas de vivir, corazón.

Esta tarde es dulce. Por qué no ha de ser?
Viste de gracia y pena; viste de mujer.

Esta tarde en Lima llueve. Y yo recuerdo
las cavernas crueles de mi ingratitud;
mi bloque de hielo sobre su amapola,
más fuerte que su "No seas así!"

Mis violentas flores negras; y la bárbara
y enorme pedrada; y el trecho glacial.
Y pondrá el silencio de su dignidad
con óleos quemantes el punto final.

Por eso esta tarde, como nunca, voy
con este búho, con este corazón.

Y otras pasan; y viéndome tan triste,
toman un poquito de ti
en la abrupta arruga de mi hondo dolor.

Esta tarde llueve, llueve mucho. ¡Y no
tengo ganas de vivir, corazón!

César Vallejo

Susana Baca

martes, noviembre 22, 2016

Rima IV


Allá en la playa quedó la niña.
¡Arriba el ancla! ¡Se va el vapor!
El marinero canta entre dientes.
Se hunde en el agua trémula el sol.
¡Adiós! ¡Adiós!

Sola, llorando sobre las olas,
mira que vuela la embarcación.
Aún me hace señas con el pañuelo
desde la piedra donde quedó.
¡Adiós! ¡Adiós!

Vistió de negro la niña hermosa.
¡Las despedidas tan tristes son!
Llevaba suelta la cabellera
y en las pupilas llanto y amor.
¡Adiós! ¡Adiós!

Rubén Darío

Amaral

lunes, noviembre 21, 2016

La muerte del niño herido


Otra vez en la noche… Es el martillo
de la fiebre en las sienes bien vendadas
del niño. —Madre, ¡el pájaro amarillo!
¡Las mariposas negras y moradas!

—Duerme, hijo mío. —Y la manita oprime
la madre, junto al lecho. —¡Oh, flor de fuego!
¿Quién ha de helarte, flor de sangre, dime?
Hay en la pobre alcoba olor de espliego;

fuera, la oronda luna que blanquea
cúpula y torre a la ciudad sombría.
Invisible avión moscardonea.

—¿Duermes, oh dulce flor de sangre mía?
El cristal del balcón repiquetea.
—¡Oh, fría, fría, fría, fría, fría!

Antonio Machado

Elisa Serna

martes, noviembre 15, 2016

De la mano del alba


De la mano del alba
mi niña viene,
la carita tan blanca
como la nieve.
De la mano del aire
mi niña pasa,
moviendo las alitas
de las espaldas.

Cada tarde en el parque
sentadita en un banco
pinta arbolitos de verde,
pinta patitos de blanco.
Y una tarde de verano
que tenía mucha sed
pintó una fuente con agua
y a ella se fue a beber.

De la mano….

Que me dejen con mi niña
la de la boquita chica.
Que me dejen con mi niña
la de los ojitos grandes.
Que me dejen con mi niña
la que a mi pecho creció,
que no quiero yo otra niña,
que no quiero otra, no.

De la mano…

Abre las ventanas,
cierra la puerta:
que pase y se quede
la primavera.

De la mano…

Isabel Escudero

Antonio Selfa

domingo, noviembre 13, 2016

Vamos juntos


Con tu puedo y con mi quiero
vamos juntos compañero

    compañero te desvela
    la misma suerte que a mí
    prometiste y prometí
    encender esta candela

con tu puedo y con mi quiero
vamos juntos compañero

    la muerte mata y escucha
    la vida viene después
    la unidad que sirve es
    la que nos une en la lucha

con tu puedo y con mi quiero
vamos juntos compañero

    la historia tañe sonora
    su lección como campana
    para gozar el mañana
    hay que pelear el ahora

con tu puedo y con mi quiero
vamos juntos compañero

    ya no somos inocentes
    ni en la mala ni en la buena
    cada cual en su faena
    porque en esto no hay suplentes

con tu puedo y con mi quiero
vamos juntos compañero

    algunos cantan victoria
    porque el pueblo paga vidas
    pero esas muertes queridas
    van escribiendo la historia

con tu puedo y con mi quiero
vamos juntos compañero.

Mario Benedetti

Luis Pastor

sábado, noviembre 12, 2016

Quisiera un verso manchado


Quisiera un verso manchado
por la cal y por la grasa.
Verso de andamio y de forja
para el son de mi guitarra.

Quisiera un verso caliente
para el frío de tu casa.
Verso crecido en la tierra
como crece la mañana.

Quisiera estar en tu copla
cuando el vino te acompaña,
y repartirme en los vasos
que alimentan tu esperanza.

Y quisiera estar contigo
cuando el hambre te traspasa,
y hacerte un pan amasado
con sudor y con palabras.

Carlos Álvarez

Luis Pastor

viernes, noviembre 11, 2016

Take this waltz




Now in Vienna there's ten pretty women
There's a shoulder where Death comes to cry
There's a lobby with nine hundred windows
There's a tree where the doves go to die
There's a piece that was torn from the morning
And it hangs in the Gallery of Frost
Ay, Ay, Ay, Ay
Take this waltz, take this waltz
Take this waltz with the clamp on its jaws

Oh I want you, I want you, I want you
On a chair with a dead magazine
In the cave at the tip of the lily
In some hallways where love's never been
On a bed where the moon has been sweating
In a cry filled with footsteps and sand
Ay, Ay, Ay, Ay
Take this waltz, take this waltz
Take its broken waist in your hand

This waltz, this waltz, this waltz, this waltz
With its very own breath of brandy and Death
Dragging its tail in the sea

There's a concert hall in Vienna
Where your mouth had a thousand reviews
There's a bar where the boys have stopped talking
They've been sentenced to death by the blues
Ah, but who is it climbs to your picture
With a garland of freshly cut tears?
Ay, Ay, Ay, Ay
Take this waltz, take this waltz
Take this waltz it's been dying for years

There's an attic where children are playing
Where I've got to lie down with you soon
In a dream of Hungarian lanterns
In the mist of some sweet afternoon
And I'll see what you've chained to your sorrow
All your sheep and your lilies of snow
Ay, Ay, Ay, Ay
Take this waltz, take this waltz
With its "I'll never forget you, you know!"

This waltz, this waltz, this waltz, this waltz ...

And I'll dance with you in Vienna
I'll be wearing a river's disguise
The hyacinth wild on my shoulder,
My mouth on the dew of your thighs
And I'll bury my soul in a scrapbook,
With the photographs there, and the moss
And I'll yield to the flood of your beauty
My cheap violin and my cross
And you'll carry me down on your dancing
To the pools that you lift on your wrist
Oh my love, Oh my love
Take this waltz, take this waltz
It's yours now. It's all that there is

                    Leonard Cohen a partir de
                   "Pequeño vals vienés" de F. García Lorca


Leonard Cohen

Entrada original en esta APM

In memoriam

domingo, noviembre 06, 2016

Agua, ¿dónde vas?


Agua, ¿dónde vas?

Riyendo voy por el río
a las orillas del mar.

Mar, ¿adónde vas?

Río arriba voy buscando
fuente donde descansar.

Chopo, y tú ¿qué harás?

No quiero decirte nada.
Yo... ¡temblar!

¡Qué deseo, qué no deseo,
por el río y por la mar!

(Cuatro pájaros sin rumbo
en el alto chopo están).

Federico García Lorca

José Mercé

miércoles, septiembre 07, 2016

Murió al amanecer




Noche de cuatro lunas
y un solo árbol,
con una sola sombra
y un solo pájaro.

Busco en mi carne las
huellas de tus labios.
El manantial besa al viento
sin tocarlo.

Llevo el No que me diste,
en la palma de la mano,
como un limón de cera
casi blanco.

Noche de cuatro lunas
y un solo árbol.
En la punta de una aguja
está mi amor ¡girando!

Federico García Lorca

Marta Gómez

martes, septiembre 06, 2016

Los días normales





Llegan
y se van sin hacer ruido
–como buenos
clientes–,
luego el tiempo los confunde
en la memoria,
y ya ni sabes
si aquel lunes era jueves
o al revés.

Que no te engañen,
no son tan poca cosa
como parecen:
                          suelen poder
con el amor.

Karmelo C. Iribarren

Vicente Llorente

lunes, septiembre 05, 2016

sábado, septiembre 03, 2016

Un vano, descuidado pensamiento


Un vano, descuidado pensamiento,
una loca, altanera fantasía,
un no sé qué, que la memoria cría,
sin ser, sin calidad, sin fundamento;

una esperanza que se lleva el viento,
un dolor con renombre de alegría,
una noche confusa do no hay día,
un ciego error de nuestro entendimiento,

son las raíces propias donde nace
esta quimera antigua celebrada
que amor tiene por nombre en todo el suelo.

Y el alma que en amor tal se complace,
merece ser del suelo desterrada,
y que no la recojan en el cielo.

Miguel de Cervantes

Ángel Corpa

viernes, septiembre 02, 2016

¿Quién menoscaba mis bienes?


¿Quién menoscaba mis bienes?
Desdenes.
¿Y quién aumenta mis duelos?
Los celos.
¿Y quién prueba mi paciencia?
Ausencia.

De este modo, en mi dolencia
ningún remedio me alcanza,
pues me mata la esperanza,
desdenes, celos y ausencia.

¿Quién me causa este dolor?
Amor.
¿Y quién mi gloria repugna?
Fortuna.
¿Y quién consiente en mi duelo?
El cielo.

De este modo, yo recelo
morir deste mal extraño,
pues se aumentan en mi daño
amor, fortuna y el cielo.

¿Quién mejorará mi suerte?
La muerte.
Y el bien de amor, ¿quién le alcanza?
Mudanza.
Y sus males, ¿quién los cura?
Locura.

De ese modo, no es cordura
querer curar la pasión,
cuando los remedios son
muerte, mudanza y locura.

Miguel de Cervantes

Espliego y Amancio Prada

Ángel Corpa

martes, agosto 16, 2016

Nana del caballo grande


Suegra:
Nana, niño, nana
del caballo grande
que no quiso el agua.
El agua era negra
dentro de las ramas.
Cuando llega el puente
se detiene y canta.
¿Quién dirá, mi niño,
lo que tiene el agua
con su larga cola
por su verde sala?

Mujer: (Bajo)
Duérmete, clavel,
que el caballo no quiere beber.

Suegra:
Duérmete, rosal,
que el caballo se pone a llorar.
Las patas heridas,
las crines heladas,
dentro de los ojos
un puñal de plata.
Bajaban al río.
¡Ay, cómo bajaban!
La sangre corría
más fuerte que el agua.

Mujer:
Duérmete, clavel,
que el caballo no quiere beber.

Suegra:
Duérmete, rosal,
que el caballo se pone a llorar.

Mujer:
No quiso tocar
la orilla mojada,
su belfo caliente
con moscas de plata.
A los montes duros
solo relinchaba
con el río muerto
sobre la garganta.
¡Ay, caballo grande
que no quiso el agua!
¡Ay, dolor de nieve,
caballo del alba!

Suegra:
¡No vengas! Detente,
cierra la ventana
con rama de sueños
y sueño de ramas.

Mujer:
Mi niño se duerme.

Suegra:
Mi niño se calla.

Mujer:
Caballo, mi niño
tiene una almohada.

Suegra:
Su cuna de acero.

Mujer:
Su colcha de holanda.

Suegra:
Nana, niño, nana.

Mujer:
¡Ay caballo grande
que no quiso el agua!

Suegra:
¡No vengas, no entres!
Vete a la montaña.
Por los valles grises
donde está la jaca.

Mujer: (Mirando)
Mi niño se duerme.

Suegra:
Mi niño descansa.

Mujer: (Bajito)
Duérmete, clavel,
que el caballo no quiere beber.

Mujer: (Levantándose, y muy bajito)
Duérmete, rosal.
que el caballo se pone a llorar.

Federico García Lorca

Carmen París

Camarón de la Isla

India Martínez

Vicen Mendoza

sábado, agosto 13, 2016

Al salir de la cárcel


Aquí la envidia y mentira
me tuvieron encerrado.
Dichoso el humilde estado
del sabio que se retira
de aqueste mundo malvado,
y con pobre mesa y casa,
en el campo deleitoso
con solo Dios se compasa,
y a solas su vida pasa,
ni envidiado ni envidioso.  
Fray Luis de León

José Menese


Tema musical completo

viernes, mayo 06, 2016

Escucha, abandonada


Envuelta por el aire
de la mañana en fiesta
entre risas y músicas,
campanas y alegría,
olvídate del hombre
que hasta ayer te dolía
como una desventura:

canta, ríe, juega,
apuesta a no acertar,
para así acostumbrarte
a ese sabor amargo
que se llama tristeza,
y que aparece siempre
cuando el amor se va.

José Agustín Goytisolo

Paco Ibáñez

jueves, abril 21, 2016

Danza da lúa en Santiago


¡Fita aquel branco galán,
olla seu transido corpo!

É a lúa que baila
na Quintana dos mortos.

Fita seu corpo transido
negro de somas e lobos.

Nai: a lúa está bailando
na Quintana dos mortos.

¿Quén fire potro de pedra
na mesma porta do sono?

¡É a lúa! ¡É a lúa
na Quintana dos mortos!

¿Quen fita meus grises vidros
cheos de nubens seus ollos?

¡É a lúa! ¡É a lúa
na Quintana dos mortos!

Déixame morrer no leito
soñando con froles d'ouro.

Nai: a lúa está bailando
na Quintana dos mortos.

¡Ai filla, co ar do céo
vólvome branca de pronto!

Non é o ar, é a triste lúa
na Quintana dos mortos.

¿Quén brúa co-este xemido
d'imenso boi melancónico?

Nai: é a lúa, é a lúa
na Quintana dos mortos.

¡Sí, a lúa, a lúa
coronada de toxos,
que baila, e baila, e baila
na Quintana dos mortos!
¡Observa a aquel blanco galán,
mira su transido cuerpo!

Es la luna que baila
en la Quintana de los muertos.

Observa su cuerpo transido,
negro de sombras y lobos.

Madre: la luna está bailando
en la Quintana de los muertos.

¿Quién hiere potro de piedra
en la misma puerta del sueño?

¡Es la luna! ¡Es la luna
en la Quintana de los muertos!

¿Quién observa mis grises vidrios,
llenos de nubes sus ojos?

Es la luna! ¡Es la luna
en la Quintana de los muertos!

Déjame morir en el lecho
soñando con flores de oro.

Madre: la luna está bailando
en la Quintana de los muertos.

¡Ay hija, con el aire del cielo
me vuelvo blanca de pronto!

No es el aire, es la triste luna
en la Quintana de los muertos.

¿Quién brama con este gemido
de inmenso buey melancólico?

Madre: es la luna, es la luna
en la Quintana de los muertos.

¡Sí, la luna, la luna
coronada de tojos,
que baila, y baila, y baila
en la Quintana de los muertos!


Federico García Lorca

Amancio Prada

Carlos Núñez

Claudina y Alberto Gambino

viernes, marzo 04, 2016

He dormido


He dormido en el andén del metro,
—por miedo al despellejo de metralla—,
he dormido en el borde de la playa
y en el borde del borde del tintero.

He dormido descalza y sin sombrero
sin muñeca ni sábana de arriba
me he dormido sentada en una silla
—y amanecí en el suelo—.

Y la noche después de los desahucios
y los días después del aguacero,
dormía entre estropajos y asperones
en la tienda del tío chatarrero.

Crecí, me puse larga regordeta,
me desvelé, pero seguí durmiendo,
llegué a mocita dicen que a poeta,
y terminé durmiéndole al sereno.

Y a pesar de estos golpes de fortuna
ya veréis por qué tengo buen talante;
he dormido a las penas una a una,
y he dormido en el pecho de mi amante.

Gloria Fuertes

Silvia Comes

Canzon de cuna pra Rosalía de Castro, morta


¡Érguete, miña amiga,
que xa cantan os galos do día!
¡Érguete, miña amada,
porque o vento muxe, como unha vaca!

Os arados van e vên
dende Santiago a Belén.

Dende Belén a Santiago
un anxo ven en un barco.
Un barco de prata fina
que trai a door de Galicia.

Galicia deitada e queda
transida de tristes herbas.
Herbas que cobren teu leito
e a negra fonte dos teus cabelos.
Cabelos que van ao mar
onde as nubens teñen seu nídio pombal.

¡Érguete, miña amiga,
que xa cantan os galos do día!
¡Érguete, miña amada,
porque o vento muxe, como unha vaca!
¡Levántate, niña amiga,
que ya cantan los gallos del día!
¡Levántate, mi amada,
porque el viento muge, como una vaca!

Los arados van y vienen
desde Santiago a Belén.

Desde Belén a Santiago
un ángel vienen en un barco.
Un barco de plata fina
que traía dolor de Galicia.

Galicia tumbada y queda
transida de tristes hierbas.
Hierbas que cubren tu lecho
con la negra fuente de tus cabellos.
Cabellos que van al mar
donde las nubes tiñen sus nítidas palmas.

¡Levántate, niña amiga,
que ya cantan los gallos del día!
¡Levántate, mi amada,
porque el viento muge, como una vaca!


Federico García Lorca

Amancio Prada

Xoan Rubia

Rafa Lorenzo

jueves, marzo 03, 2016

Soneto XCII


Amor mío, si muero y tú no mueres,
no demos al dolor más territorio:
amor mío, si mueres y no muero,
no hay extensión como la que vivimos.

Polvo en el trigo, arena en las arenas
el tiempo, el agua errante, el viento vago
nos llevó como grano navegante.
Pudimos no encontrarnos en el tiempo.

Esta pradera en que nos encontramos,
oh pequeño infinito! devolvemos.
Pero este amor, amor, no ha terminado,

y así como no tuvo nacimiento
no tiene muerte, es como un largo río,
solo cambia de tierras y de labios.

Pablo Neruda

Miguel Poveda

miércoles, marzo 02, 2016

Romance del moro que perdió Alhama


Paseábase el rey moro
por la ciudad de Granada,
desde la puerta de Elvira
hasta la de Bibarrambla.

Cartas le fueron venidas
de que Alhama era ganada,
las cartas echó en el fuego
y al mensajero matara.

       ¡Ay de mi Alhama!

Descabalga de una mula
y en un caballo cabalga;
por el Zacatín arriba,
subido se había al Alhambra.

Desque en el Alhambra estuvo,
al mismo punto mandara
que se toquen sus trompetas,
sus añafiles de plata;

       ¡Ay de mi Alhama!

y que las cajas de guerra,
apriesa toquen alarma
porque lo oigan los moros,
los de la Vega y Granada.

Los moros que el son oyeron,
que al sangriento Marte llama
uno a uno y dos a dos,
juntado se ha gran campaña.

       ¡Ay de mi Alhama!

Allí habló un moro viejo,
de esta manera hablara:
- ¿Para qué nos llamáis rey;
para qué es esta llamada?

- Habéis de saber, amigos,
una nueva desdichada,
que cristianos de braveza,
ya nos han ganado Alhama.

       ¡Ay de mi Alhama!

Allí habló un alfaquí
de barba crecida y cana.
- Bien se te emplea, buen rey;
buen rey, bien se te empleara.

Mataste los bencerrajes
que eran la flor de Granada;
cogiste los tornadizos
de Córdoba la nombrada;

       ¡Ay de mi Alhama!

por eso mereces, rey,
una pena muy doblada:
que te pierdas tú y el reino,
y que se pierda Granada.

       ¡Ay de mi Alhama!

Anónimo

(Otra versión de este romance)

Joaquín Díaz

martes, marzo 01, 2016

Soneto V



Escrito está en mi alma vuestro gesto,
y cuanto yo escribir de vos deseo;
vos sola lo escribisteis, yo lo leo
tan solo, que aun de vos me guardo en esto.

En esto estoy y estaré siempre puesto;
que aunque no cabe en mí cuanto en vos veo,
de tanto bien lo que no entiendo creo,
tomando ya la fe por presupuesto.

Yo no nací sino para quereros;
mi alma os ha cortado a su medida;
por hábito del alma mismo os quiero.

Cuando tengo confieso yo deberos;
por vos nací, por vos tengo la vida,
por vos he de morir, y por vos muero.

Garcilaso de la Vega

Miguel Bosé

Miguel Bosé (recitado)

Santiago Gómez y Jesús Márquez

viernes, febrero 26, 2016

La niña de Guatemala




Quiero, a la sombra de un ala,
contar este cuento en flor:
la niña de Guatemala,
la que se murió de amor.

Eran de lirios los ramos;
y las orlas de reseda
y de jazmín; la enterramos
en una caja de seda...

Ella dio al desmemoriado
una almohadilla de olor;
él volvió, volvió casado;
ella se murió de amor.

Iban cargándola en andas
obispos y embajadores;
detrás iba el pueblo en tandas,
todo cargado de flores...

Ella, por volverlo a ver,
salió a verlo al mirador;
él volvió con su mujer,
ella se murió de amor.

Como de bronce candente,
al beso de despedida,
era su frente -¡la frente
que más he amado en mi vida!...

Se entró de tarde en el río,
la sacó muerta el doctor;
dicen que murió de frío,
yo sé que murió de amor.

Allí, en la bóveda helada,
la pusieron en dos bancos:
besé su mano afilada,
besé sus zapatos blancos.

Callado, al oscurecer,
me llamó el enterrador;
nunca más he vuelto a ver
a la que murió de amor.

José Martí

Los Olimareños

miércoles, enero 13, 2016

Soberano Esposo mío


Soberano Esposo mío,
ya voy, dejadme llegar;
no me deis, Señor, desvío,
para que entre en vuestro mar
este pequeñuelo río.

Socorredme, dulce Esposo,
y dad la debida palma
a mi cuidado amoroso
para que descanse el alma
en los brazos de su Esposo.

Vuestros brazos me daréis,
que si a pediros me atrevo,
es porque no miraréis
a lo mucho que ya os debo
lo poco que me debéis.

Cumplid, Esposo, los conciertos;
quitando al alma los lazos,
serán mis abrazos ciertos,
pues que por darnos abrazos
tenéis los brazos abiertos.

Si Vos los brazos me dais,
yo os doy el alma en despojos,
y pues ya me la sacáis,
volved, mi Cristo, los ojos
a quien el alma lleváis.

Pues el corazón os di,
denme esas llagas consuelo;
entre el alma por ahí,
pues son las puertas del cielo
que se abrieron para mí.

Huéspedes tenéis, y tales
que no sé si he de caber;
mas puesta en vuestros umbrales
quepa esta pobre mujer
entre tantos cardenales.

Mi alma vive de manera,
guardando de amor la ley,
que en Vos su remedio espera,
pues tiene tal Agnus Dei
colgado a su cabecera.

Por vuestra me recibid,
no miréis a mi pobreza;
si voy segura decid;
mas, pues bajáis la cabeza,
diciéndome estáis que sí.

Ahora es tiempo que veamos
adónde llega el querer,
si es verdad que nos amamos,
yo ya me vengo a esconder
entre este árbol y sus ramos.

Siendo así, Esposo sagrado,
en aquestas ansias bravas
válgame vuestro cuidado,
pues me asgo a las aldabas
por que me valga el sagrado.

Desta postrer despedida
yo no temo el dolor fuerte
si con Vos, mi Cristo, asida
a la hora de la muerte
tengo en mis manos la vida.

Si en las manos tengo a Vos
con regalos soberanos,
ya estamos juntos los dos,
pues que Dios está en mis manos
y yo en las manos de Dios.

Santa Teresa de Jesús

Amancio Prada