miércoles, junio 26, 2013

Paz

Plantaremos olivos
donde antes había espinos.
Todos iguales
de la mano.
Todos distintos,
con una canción
de amor
en nuestros labios.
Plantaremos olivos.

¿A dónde va mi vuelo?
SHALOM, SALAM:
¡Por Dios, cesad el fuego!
SHALOM, SALAM:
¿A dónde va mi vuelo?
SHALOM, SALAM:

Y plantaremos olivos
donde antes hubo espinos.
Compartir, lo único urgente,
en este amanecer de siglo.
Plantaremos olivos
donde antes
había espinos.

¿A dónde va mi vuelo?
SHALOM, SALAM:
¡Por Dios, cesad el fuego!
SHALOM, SALAM:
¡... que estoy sin alas, sin aire, sin paz...
y sin olivo!

PAZ, PEACE, PAIX,
MIR, SHALOM, SALAM.
PAZ, PEACE, PAIX,
MIR, SHALOM, SALAM

Federico Mayor Zaragoza

Paco Damas

Propuesta didáctica

Mi corza


En Ávila, mis ojos...
SIGLO XV
Mi corza, buen amigo,
mi corza blanca.

Los lobos la mataron
al pie del agua.

Los lobos, buen amigo,
que huyeron por el río.

Los lobos la mataron
dentro del agua.

Rafael Alberti

Francisco Curto

Lauren Postigo

martes, junio 25, 2013

La voz del poeta


En lo alto del Faro,
viendo ir y venir
a las pobres gentes en sus navegaciones de un día.
En lo alto del Faro,
contemplando el abismo de las criaturas y el vértigo de los astros.
En lo alto del Faro,
escuchando llegar a los rostros futuros
y oyendo en lo hondo de las aguas las voces de los muertos.
En lo alto del Faro,
amando,
sabiendo que el amor es un fracaso,
y cantando,
sabiendo que su canto no ha de ser comprendido.
Vestirse, alimentarse,
ganarse el pan de cada día,
discutir de las cosas banales,
endomingarse como cada cual
y hacer el amor a una dulce estudiante,
como cualquier empleado de Banca.

Y sin embargo,
velar largamente en duelo,
oír en los silencios el ritmo pavoroso de los tiempos,
acariciar la marea de las edades inmensas,
rompiéndose en quejidos y maravillosas melodías
contra el humilde corazón infortunado
en lo alto del Faro.
En lo alto del Faro,
mientras todos se emborrachan en los festines,
o corroen su envidia en las duras jornadas de trabajo,
o acaso buscan sus puñales secretos
para degollar al niño desconsolado que ellos fueron,
la mirada rauda de visiones
persigue el rumbo, en intemperie desconsolada y altiva
de los navíos futuros.
Y preguntar a la sangre el porqué del olvido
e indagar las primaveras que nacen del sollozo terrestre
y la melancolía que hila el atardecer solitario de los cielos.
Acariciándolo todo, destruyéndolo todo,
hundiendo su cabeza de espada en el pasmo del Ser
sabiendo de antemano que nada es la respuesta.
En lo alto del Faro.
La voz del poeta.
Incansable holocausto.

Miguel Labordeta

José Antonio Labordeta

domingo, junio 23, 2013

Por el camino viene


Por el camino viene
viene el amor,
más bien pasando frío
que no calor.

Por el camino viene
la libertad,
un soldado delante
y otro detrás.

Por el camino viene
la justicia,
toga de terciopelo,
conciencia limpia.

Por el camino viene
el Ser supremo,
aunque sé que no existe,
algo le temo.

Caminito adelante
viene la muerte;
abre la puerta, hermano,
que viene a verte.

Abre, hermano, a la muerte
abre y dale la mano;
abre la puerta, hermano.

Chicho Sánchez Ferlosio

Amancio Prada

sábado, junio 22, 2013

Si las cosas no fueran


Si las cosas no fueran
tan enojosas,
si quedara más tiempo
para otras cosas
que no fueran andarse
desesperando
y abominar del mundo
de cuando en cuando:

¡a tu vera, hermana mía,
cuántos ratos pasaría!

Si no exisiteran tantos
inconvenientes
y los recelos fueran
menos frecuentes,
si los que nos rodean
lo comprendieran
y en el fondo del alma
no se ofendieran:

¡a tu cuerpo y a tu cara
con qué gusto me arrimara!

Si pudieran curarse
ciertos humanos
del vicio de adueñarse
de sus paisanos,
si pudiera decirse
lo que se siente
en vez de andar hablando
veladamente:

¡en tus piernas y en tu pecho
qué pronto buscaba lecho!

Los que cosas tan simples
no las conciben
poco asimilan
de este mundo en que viven
y siguen en sus trece
año tras año
aún sabiendo en el fondo
que es un engaño:

¡por eso en vez de mirarte
miro siempre hacia otra parte!

Chicho Sánchez Ferlosio

Chicho Sánchez Ferlosio

Amancio Prada y Chicho Sánchez Ferlosio

jueves, junio 13, 2013

A la muerte



...

Desde el nacer al morir
casi se puede dudar
si el partir es el parar,
o el parar es el partir.
Tu carrera has de seguir:
y pues con tal brevedad
pasa la más larga edad,
¿cómo duermes y no ves
que lo que aquí un soplo es
es allá una eternidad?

Mira el tiempo volador
cómo pasa, y considera
cómo va tras la carrera
desde el menor al mayor.
El esclavo y el señor
corren parejas iguales,
que como nacen mortales,
iguales van a la hoya,
de cuya deshecha Troya
aún no quedan la señales.

La juventud más lozana
¿en qué paró?, ¿qué se hizo?
Todo el tiempo lo deshizo
y anocheció su mañana,
la muerte siempre es temprana
y no perdona a ninguno:
goza del tiempo oportuno,
granjea con tu talento,
que aquí dan uno por ciento
y allí dan ciento por uno.

...

Pedro Calderón de la Barca

Begoña Olavide y Javier Bergia

Audio obtenido del programa Discópolis de Radio 3

miércoles, junio 12, 2013

Cuando yo me muera


Cuando yo me muera,
enterradme con mi guitarra
bajo la arena.

Cuando yo me muera,
entre los naranjos
y la hierbabuena.

Cuando yo me muera,
enterradme si queréis
en una veleta.

¡Cuando yo me muera!

Federico García Lorca

Vino Tinto

Atilio y los Alimonados

martes, junio 11, 2013

Nuevo canal interoceánico


Te propongo construir
un nuevo canal
sin esclusas
ni excusas
que comunique por fin
tu mirada
atlántica
con mi natural
pacífico.

Mario Benedetti

Mario Benedetti

domingo, junio 09, 2013

El crimen fue en Granada: a Federico García Lorca


1. El crimen

Se le vio, caminando entre fusiles,
por una calle larga,
salir al campo frío,
aún con estrellas de la madrugada.
Mataron a Federico
cuando la luz asomaba.
El pelotón de verdugos
no osó mirarle la cara.
Todos cerraron los ojos;
rezaron: ¡ni Dios te salva!
Muerto cayó Federico
—sangre en la frente y plomo en las entrañas—
... Que fue en Granada el crimen
sabed —¡pobre Granada!—, en su Granada.

2. El poeta y la muerte

Se le vio caminar solo con Ella,
sin miedo a su guadaña.
—Ya el sol en torre y torre, los martillos
en yunque— yunque y yunque de las fraguas.
Hablaba Federico,
requebrando a la muerte. Ella escuchaba.
«Porque ayer en mi verso, compañera,
sonaba el golpe de tus secas palmas,
y diste el hielo a mi cantar, y el filo
a mi tragedia de tu hoz de plata,
te cantaré la carne que no tienes,
los ojos que te faltan,
tus cabellos que el viento sacudía,
los rojos labios donde te besaban...
Hoy como ayer, gitana, muerte mía,
qué bien contigo a solas,
por estos aires de Granada, ¡mi Granada!»

3.

Se le vio caminar...
                      Labrad, amigos,
de piedra y sueño en el Alhambra,
un túmulo al poeta,
sobre una fuente donde llore el agua,
y eternamente diga:
el crimen fue en Granada, ¡en su Granada!

Antonio Machado

Vino Tinto

Jarcha

sábado, junio 08, 2013

Enfermedades de invierno


Si no fueran ciegos
nos verían esta luz que habita en nuestro pecho.

Hijo, abrígate bien. Y ponte la bufanda.
No vayas a coger alguna bala en los pulmones.
Que no está el tiempo bueno todavía.

Llegará el tiempo
de los hombres desnudos,
madre,
y ¡ay de los que entonces
no tengan nuestra luz dentro del pecho!
Ay de los oscuros.
Se morirán podridos de su noche.

Pero mientras llega el verano,
cuando salgas,
tú abrígate bien el pecho, hijo mío.
No vayas a coger alguna bala en los pulmones.
Que no está el tiempo bueno todavía.

Jesús López Pacheco

Luis Pastor

miércoles, junio 05, 2013

La casada infiel






Y que yo me la llevé al río
creyendo que era mozuela,
pero tenía marido.

Fue la noche de Santiago
y casi por compromiso.
Se apagaron los faroles
y se encendieron los grillos.
En las últimas esquinas
toqué sus pechos dormidos,
y se me abrieron de pronto
como ramos de jacintos.
El almidón de su enagua
me sonaba en el oído,
como una pieza de seda
rasgada por diez cuchillos.
Sin luz de plata en sus copas
los árboles han crecido,
y un horizonte de perros
ladra muy lejos del río.

*

Pasadas las zarzamoras,
los juncos y los espinos,
bajo su mata de pelo
hice un hoyo sobre el limo.
Yo me quité la corbata.
Ella se quitó el vestido.
Yo el cinturón con revólver.
Ella sus cuatro corpiños.
Ni nardos ni caracolas
tienen el cutis tan fino,
ni los cristales con luna
relumbran con ese brillo.
Sus muslos se me escapaban
como peces sorprendidos,
la mitad llenos de lumbre,
la mitad llenos de frío.
Aquella noche corrí
el mejor de los caminos,
montado en potra de nácar
sin bridas y sin estribos.
No quiero decir, por hombre,
las cosas que ella me dijo.
La luz del entendimiento
me hace ser muy comedido.
Sucia de besos y arena
yo me la llevé del río.
Con el aire se batían
las espadas de los lirios.

Me porté como quien soy.
Como un gitano legítimo.
Le regalé un costurero
grande de raso pajizo,
y no quise enamorarme
porque teniendo marido
me dijo que era mozuela
cuando la llevaba al río.

Federico García Lorca

Margarita Xirgu

Vicente Pradal